Primeros Poemas
Primeros Poemas
Rafael Antonio Agudo García
Conjuro a las musas del Haschis
Insustancialidad suma… me pierdo en el conjuro a las musas del haschis… Calma… Serena calma…. A mi espíritu lo invade el humo del haschis… dulce paraíso artificial… Dulce adormidera de muerte y locura… Dulce autodestrucción… Éxtasis del alma… Droga por mi sangre, por mi garganta, mis pulmones, recorriendo todo mi cuerpo… empapándome de droga… Celestiales voces de fatalismo y pasotismo divinos. ¡Oh, Haschis, paquistaní amado, dame tus inmensas virtudes, dame la virtud de la ataraxia, de la plétora, del exceso, de la locura! ¡Llévame a los olorosos campos de Ketama, allá en el Rif! ¡Móntame en una ola de quietud y estados alterados de conciencia! ¡Déjame aquí, tumbado, sin nada que hacer, sin nada querer, sin nada que ganar ni que perder! Así, suavemente, en mi lecho…
Por más que me esfuerzo…
¿Es la sociedad la que está podrida, y yo lúcido, o al revés? Hay algo de ambas, y si llego a fin de mes, haré sin dudar de Rey Midas. Ahora me dise el dostó que no debo ahumar porros, así, lo suelta por todo el morro, yo me quedo ya huerfanito y mugriento: sin drogas y sin talento. Por más que me esfuerzo no puedo parir grandes engendros, soy un loco amante de la vida, sin más sustancia que la dietilamida. Las mujeres, el vino, las drogas, todo se me escapa y yo impotente en una hoguera llena de lodo abstemio, soñador, casi viviente. Unos con tanto, otros sin nada; unos tanto, otros tan poco, navegar en turbulencias, mi escapada de este injusto mundo, de este mundo loco. Tengo sólo preguntas, nada he de responder, ¿por qué el mundo es tan complejo, y yo me voy haciendo viejo, sin más opción que perder?
Amargura
Amargura de hiel, revuelto de lunes, solo en multitud, con mi pesadilla, ya nada me sonríe, esperpento de mí mismo, tengo buena voz, mas cuando la suelto me desgañito; quiero correr, mas cojeo cuando lo hago; todo es impotencia y decepción desde que se acaba la lactancia hasta el vestido de madera. Pero a veces aparece un rayo de esperanza en mi desencantado destino, despierto de un sueño tonto, me sublevo, entra en escena el optimismo, el terrible optimismo que no sabe de qué está contento.
A un lado la impotencia y el desencanto; a otro, la tonta felicidad del bienpensante; quizá la solución sea escapar a un lugar desierto de gente, escapar, con mis pensamientos, a ese páramo perdido donde las águilas sí cuentan. Que me coma gustosamente un buitre carroñero; que me cague más tarde, que se coman la mierda las moscas, y a su vez la caguen encima de la comida de los tontos felices, y de los fracasados quejicas, para ver si se alimentan del espíritu de un desertor orgulloso, y deciden escapar al fin de la miseria de lo convencional.
La única respuesta
Engañados, perplejos e ignorantes, todos los humanos estamos deseosos de ir hacia delante, pero con mierda entre las manos. La ciencia no nos quita la angustia de vivir en este estercolero, sin respuestas, o con respuestas mustias, con la importancia de un florero. ¿Hasta cuándo, oh, Dios nuestro, este sinvivir de tus criaturas? Tú, siendo un gran maestro, a nosotros, ni se nos pone dura. Crueldad, mentira, hipocresía, ¿cómo coño vamos a pernoctar en este motel que nos lía y sin mísero quiqui que echar? Me tacháis de pesimista ¿pero qué le voy a hacer si una es fea, aunque lista, y la guapa no me lo sabe hacer? La única respuesta es vivir, amigo, vivir, gozando y amando, sin ponerse a discutir, si nos estamos o no matando.
Folio en blanco
Un folio en blanco dejaré, pues es igual un folio en blanco, o mejor, que los delirios imbéciles que un idiota dé, que sin proponérselo escribe cada día peor. El descontento de todos, su presunción de posesión de la verdad, es una realidad que se abre a codos por la mente del bienpensante. todos somos infelices y deseantes de un amor que nunca llega, que jamás esa lágrima enjuga, porque siempre se da a la fuga. Caras sonrientes en almas hueras, vacías como la biblioteca que abriera los sábados por la noche, cuando sólo importan escotes y coches. Maquillan sus caras, visten sus indefensos cuerpos, tragan, comen, fornican, no piensan; son cerdos, tienen rota el alma, y la cosen con mentiras (carreteras, desfiles, alcohol, estruendo); sabios expiran, no los escuchan los necios, no se salen de la linde, los que trabajan sin darse cuenta, se embrutecen con absenta, y sólo esperan de la vida un buen finde. Un folio en blanco he dejado, un folio fútil, y como estoy ya cansado, no sigo más, es inútil, como inútil será mi legado.
Anochecer
Un anochecer llena de noche la negra noche. Un recuerdo melancólico me aturde, y me han robado el coche. Los cacos comienzan su funesta función. En las residencias de lujo ven un filón. El búho canta imitando al gallo. Mi novia me ve con otra, y le da un desmayo. Acordeones ya tocan la canción de la noche. Va desfilando gente rara, a troche y moche. ¿Dios se duerme cuando el sol se va? Violencia, drogas y crueldad. Una jeringuilla en el váter de un bar. La insensatez comienza a reinar. Por la carretera, vehículos en monotonía. Miles de animales violan a una cría. La noche ya no es tan joven, no, el gallo se prepara para ser cantor. Los primeros rayos de sol al fin vienen, pero todo sigue igual, nene. Dios duerme cuando el sol se va, mas también cuando el astro está.
Poupurri
Pensamientos ajenos van dejando huella en mi mente de primate no evolucionado. Las críticas de otros no me hacen mella, pero las mías harto me han dejado. Luces, sonidos, ruidos de botellas rompiéndose, haciéndose pedazos como mi mente, mil rayos y centellas y demonios desatados comiéndome, devorándome, lamentos de buitres por el sabor amargo de mi cuerpo demacrado; viviendo sin razones, espantando quimeras e ideales, dominado por el ello; venerando la autodestrucción, ¿por qué me asolas, oh, insípido tedio, tan parecido a la Verdad, de la estupidez y de la sinrazón?
Despierto. Hoy me comeré mil marrones, Me tocarán los cojones, mis ripios no se tornarán en bellas rimas sin igual, la vida me convertirá en un tarado más; hoy me vuelvo a la cama, me quedaré toda la semana.
La ciudad
La letanía de la lontananza deja huella imborrable en mercaderes sin escrúpulos que escupen, engañan y falsean. Esta selva de asfalto aterra a los viejecitos de provincias y los hacen huir despavoridos. Risas artificiales sin gracia; odio embrutecedor de los billetes esperpénticos; sinsabores de la gran ciudad. Mercachifles, politicuchos, artistillas, famosotes, mentirosos, ladrones, asesinos, corruptos, violentos, desesperados, desalmados, interesados. Fauna numerosa y diversa Hay en la gran ciudad. Fauna que atrapa y humilla y degrada A las gentes de bien, Que balbuceantes tratan, Inútilmente, de esconderse de la insensatez, inmadurez y vacuidad de corazones miserables y deshojados por otoños eternos de los que no hay salida posible, en los que no hay belleza posible. Suplicio, insustancialidad De naturaleza muerta, asesinada. Despidos en las fábricas para reajustar plantilla. Jóvenes sin corazón Sudando en antros sin amor, Con luces locas, miradas exorbitadas, Sudores sin frutos, pastillas, polvos. Viejos que han olvidado Lo que es una gallina, no un pollo frito; Lo que es un cerdo, no un cochinillo asado; Lo que es aire puro, no el humo contaminante. Viejos demasiados viejos, Ya no cuentan historias edificantes, Pues ya nada es edificante En este desierto de gente Con mucha prisa y poca vida. ¿Dónde están las conversaciones en la plaza? ¿Qué fue del miedo al anochecer, que calmaban nuestros papis? Ese aparato de televisión, esas discotecas y pubs, ese estrés que pierde y confunde, ese trabajo que no aporta nada, ese apartarse de la tierra; todo eso nos ha robado la humanidad, el sosiego, la serenidad, la familia, la amistad… La ciudad: pasear por ella Es pasear por un maldito infierno de vicios y neón, De gomina, prejuicios y escapes reventados, De almas hueras, designios podridos, silicona, De revólveres y cuchillos preparados. La ciudad es regresión. El sol ya no sale, Las nubes son de dióxido, Ya no hay estrellas, Ni rastro de romanticismo. El tráfico pestilente y ensordecedor No deja caminar ni hablar Ni respirar, Ni jugar ni reír… Por no hablar el triunfo vergonzante de los necios, de los que no valen casi nada, ni casi piensan, ni casi sienten… Gracias, Darwin, adaptarse o morir, seres de simbiosis: seres sin sustancia en un entorno sin sustancia, tal y como Dick lo imaginó. Altanería y engreimiento son las señas de identidad del ciudadano sin alma ante el pobre pueblerino, que sólo ha venido a conocer lo que cada vez tiene menos ganas ni siquiera de ver. Lágrimas de soledad, chicas violadas; marginación al diferente, dignidades quemadas; dolores de rascacielos, menores drogadas; bandas callejeras, sensatez avergonzada; desubicación de viejecitos, carteras robadas; humores repugnantes, vida ajada. Vida ajada, caminar es peligroso ante tanto buitre desquiciado en busca de carroña… Salta sobre las obras, lleva tapones para los oídos (también para la nariz), constrúyete una gran muralla fortificada para el alma, no hables, no toques, no huelas, no mires… no hagas nada… y quizá salgas bien parado. En la ciudad ya no se puede amar, Nietzsche diría que es preciso… ¡¡pasar!!
Destierros de palomas en la plaza
Destierros de palomas en la plaza. Mil mecheros desfilando unánimes al son de las trompetas de un cantor de jazz. Dulces luces de neón arropan al sonámbulo. Cuervos sobrevuelan, impasibles y altaneros, despectivos, nuestras insignificantes cabezas. Millones de patines recorren los senderos luminosos del porvenir. Galopan caballos percherones, bravíos, por las praderas aquellas que ya no recuerdo. Sapos multicolores saltan y croan en los estanques del alma de los tirititeros y de los trileros. Millones de conversaciones en este instante, unas pueriles, otras relevantes. Yo mudo, perdido, vagabundo, buscando solapadamente razones para vivir mientras finjo estar alegremente borracho. Tirado en una esquina, lucho por seguir con vida; lucho porque el alcohol de mis venas no me lleve al sueño eterno de incienso, velas, crematorio, lamentos y funerales aburridos como esos salmos.
Un infierno
Gemidos a un lado y otro. Humo. ¿Qué pasa? No sé. Sólo hay gemidos. Tengo miedo. Miedo y los pies descalzos. Deseo de inmortalidad. Oscuridad. ¿Qué ocurre? Gemidos a todos los lados, A la izquierda y a la derecha, Gemidos de dolor, de llanto, gemidos horripilantes, gemidos arriba y abajo. Desiertos sin raíces, números acomplejados queriendo ser letras. Empero, aquí las palabras no sirven de nada. Pero, ¿dónde estamos? Aquí. ¿En un mal viaje en mi cabeza? ¿Qué sucede? Nunca hubo tanto saber, y tan poco amor. Las miradas ya no valen. Sólo hay esqueletos de piratas sanguinarios y terroríficos bailando danzas macabras con el diablo en estos lares. Sólo hay abogados defendiendo a asesinos; sólo hay maldad y castigos desproporcionados, sólo hay sometimiento; sólo hay curas abusando de menores y pontífices adorando el becerro de oro y condenando el preservativo. Sólo hay hipocresía; sólo hay tartufos, arrogantes, despiadados, ignaros y bárbaros por estos lares. ¿Qué nos pasa? ¿Cuándo perdimos el norte? ¿Cuándo nos hicimos muertos en vida, cuándo nos volvimos egotistas? Ah, sí, ya recuerdo dónde estoy. Estoy en el infierno, bajé para buscar, A través de lo más ruin y bajo del ser humano, La respuesta a estas preguntas. Manantiales de lava. Gemidos. Miedo. Dolor. Dientes que saltan. Mariposas taladrando cráneos de personas angustiadas, sufriendo lo indecible. Intestinos a modo de soga, ahorcando abogados y notarios. Desfiles de cerebros de asesinos asaltan monjas y políticos con mortales rayos de desesperanza podrida. Idiotas mandan, sabios obedecen. Vómitos de sangre y mucosas de recién nacidos. Fetos malparidos pestilentes condenados de por vida por seres sin juicio. ¿Dónde quedó nuestro buen hacer? Miedo y los pies descalzos. Y el suelo al rojo vivo. Gemidos a todos los lados. De todas las clases. Voy caminando dolorido. Pregunto a un obispo: “Sólo te diré qué terribles, pecaminosos y orgiásticos pensamientos me condujeron hasta aquí. Mujeres desnudas bailando con cabras. Violaciones e incestos. Cacatúas picoteando simas eternas de llanto y malversación. Gula, pereza, mentira, hipocresía, robo que me mataron”. ¿pero cuándo perdimos el buen rumbo?, le pregunto. Pero se alejó sin remedio por el camino de inmundicia y fuego eternos. Corrí y corrí, gimiendo yo también. Sensación pegajosa de angustia. Hambre y sed. Gusanos se metían por todos los orificios de mi cuerpo, devorándome poco a poco por dentro. Pensé que debía aclarar pronto mis preguntas si no quería perecer en el Infierno. Seguí caminando. Dos decapitados me señalaron el camino a la casa del Demonio. Por el camino, muecas horribles de espanto vi a todas partes, Galeones piratas de muertos sin escrúpulos, que afortunadamente no me vieron. Funerales de gaviotas me entristecían y me llenaban de rabia. Pero el único mar que allí había era de fuego y destrucción. Triste, dolorido, disminuido, sufriente, maldito, cansado, llegué al fin, después de diez horas de espanto y locura, a la morada del Demonio. Abrí las puertas, y allí estaba, absolutamente imponente, aterradoramente espectacular. Orina en mis pantalones. Mierda en mi integridad. Tentación y atracción a la vez que terror y repulsión. Acerté a decir: ¿Por qué la tierra está hoy peor que nunca? ¿Por qué tanta desigualdad, tantas guerras injustas e ilegales, tanta contaminación, tanta crueldad…? “Y aún no lo sabes?”, dijo, con una voz que haría arder de espanto al más aguerrido de los mercenarios. No. Lo siento. “Yo soy el ángel degradado a una tarea muy baja, la historia humana. Al principio, Dios quiso participar también, pero en el siglo XX se cansó de que no creyerais en Él y de tanta guerra, y abominó de vosotros. Dijo que no quería veros más. De modo que, yo me he quedado con el planeta Tierra, y por ello las Puertas del Infierno se están abriendo a la vida antes de la muerte”. Casi no hubo terminado de decir esto, cuando el Demonio me miró con ojos ardientes y aparecí en el váter de mi casa, viendo a mi padre entrar en el baño, convertido en una inmunda garrapata, pero con el recuerdo aún de haber sido humano. “Nunca más tendré cuentas con demonios”, pensé, mientras mi padre me aplastaba.
Pasear por la vida
Pasear por la vida como cualquier caminante, Sin descansar, por el camino intrigante… La vida es esa caja china de sorpresas hecha por el artista, el Sumo Hacedor del que no sabemos nada, y que, asimismo, le dio cuerda, y, así, de acción quedó empapada. Porque la vida es acción, riesgo, aventura, porque la vida es breve, mas intensa; y nosotros, por ventura, no somos dignos de esa payasada, de MENSA. Pasear por la vida, creando caminos, tropezando, Hundiéndonos en las arenas movedizas del fatum Y resurgiendo como ave fénix En los campos humanos de la libertad. La vida es un hermoso regalo, quien no aprecie la bendita, enorme suerte de estar con vida, con buena salud y con agradable compañía, hará bien en suicidarse pues no merece estar vivo. Y quien, enojado por un terrible suceso, maldiga la vida y eche pestes sobre ella, no sabe qué pecado mortal está cometiendo, pues la vida no es como nosotros queremos, de lo contrario sería un absurdo fenómeno carente de todo valor, esclavo de algo insignificante y molesto como viene a ser la raza humana. Nuestra obligación como seres vivos es odiar la muerte y amar la vida y todo lo que la fortalece, eleva, asciende, vigoriza, y hace más gozosa y digna de vivir para todos y todas. Y trabajar por que lo que amemos sea una realidad. Tal es nuestra única obligación. Tal es, en la vida, mi única pretensión. Pasear por la vida es un placer, sólo hay que tener imaginación para el lado positivo con denuedo ver aun cuando nos acabemos de comer un marrón. Aun cuando no exista ese lado positivo; tampoco existirá el negativo; pues sólo hay sucesos, fenómenos, acontecimientos, la vida no valora los momentos (nosotros sí). Y aun cuando haya sólo desiertos y serpientes y vendedores de cuchillos y guardias civiles franquistas y tensión en el ambiente e hipocresía y desigualdades y necios e imbéciles que se creen Dios, debemos amar la vida con todas nuestras fuerzas, para que al menos haya algo de amor en las miserables dominios del infierno en la Tierra. Deslizar mil imágenes en verso rutilante y fulgurante. Sentir la trayectoria de los átomos en el aire, observar la bella danza de la física cuántica. Atisbar la bella luz después del horrible túnel de la mediocridad. Producir llameantes obras de arte, imponentes, intocables. Sentir en lo más hondo la elegante y descomunal belleza oculta en el interior de todas las cosas. Llorar de alegría sin que importe que no haya en absoluto razones. Hacer que el caos y el absurdo estén de nuestra parte. Desafiar todas las leyes y buscar leyes nuevas y mejores. Abrirnos a la aventura, al riesgo, a la inocencia divina del azar redentor. Odiar con vitalidad todo lo que envenena el manantial de la vida alegre, pura, jovial y libre y ligera como el viento. Enseñar al que no sabe, vestir al harapiento, ayunar para dar de comer al hambriento, y pasar frío y sed para dar calor y agua cristalina a nuestro hermano; mas desde una óptica pagana, desde la libre decisión, sin razones morales, sin coacciones por cielos o infiernos. Pasear por las amplias inmensidades de la vida, es un gran placer, ya se ha visto, así que manos a la obra, pongámonos a trabajar, estudiar y gozar esta vida, triste y alegre, justa e injusta, que se nos ha dado. Está en nuestras manos que sea un tesoro de amor, libertad y honestidad y un legado precioso para generaciones futuras.
Bilis
La mueca de espanto del payaso con un güisqui en la mano Al ver al monstruo de siete cabezas Destruyó una parte de mi asquerosa alma.
Droga
Viva la droga, que nos consuela y crea problemas, que nos altera y tranquiliza, que nos resucita y nos mata, que nos gusta y nos disgusta, a la que amamos y odiamos. Sin droga, la vida sería un error. Haschis, marihuana, kif, cocaína, éxtasis, MDA, peyote, opio, salvia, crack, heroína, anfetas, barbitúricos, LSD… Y qué decir del alcohol y el tabaco. Y qué decir ya del amor, que nos hiere y nos consume. Todo es droga en esta vida, todo es droga… Todo es en función de la droga, todo es perfecto con la dosis perfecta de la droga idónea en el cuerpo. La droga nos enseña a pensar, nos abre la imaginación y la percepción, gracias a la droga se unen las personas y se convierten en amigos los enemigos, y el gélido frío del alba se convierte en calorcillo primaveral, y las más largas sequías creativas se acaban con la facilidad de un plumazo, y las mujeres más horrendas son auténticos bombones, y las músicas más fastidiosas se vuelven cantos sublimes a la vida, y todo es de color de rosa, hasta el amargo despertar. Con la droga nos introducimos de lleno En el otro lado, en lo que no ven los sobrios, Y podemos conocer la auténtica e íntima, a veces preciosa, a veces arrebatadoramente terrorífica y cruel, naturaleza de todas las cosas. Con la droga el inepto más garrulo se vuelve poeta, Con la droga la luna nos arrulla y la noche nos envuelve en un manto divino de amor y paz. No es posible escapar de la droga, porque todo es droga. Y, amigos, ¡bendita muerte, si es a causa de la droga; bendita locura, si la ha provocado la droga! Conocer la droga no es leer libros sobre ella, es tomarla con precaución e intentar gozar sus magníficos efectos. Ya sea un vasito de cerveza o unas gotas de LSD; ya sea un simple cigarrillo o un chute de caballo, la droga siempre tiene algo que enseñar, algo que aportar. ¡Oh, bendita droga, divinidad, líbranos del mal de la seriedad, del tedio, del hastío, del aburrimiento, de la moral impuesta, y llévanos a tu mundo multicolor en el que todo es tolerancia, diversión, amor, solidaridad, generosidad! Irrumpe en nuestros hogares, da una patada a nuestras puertas y derríbalas, haz que venga la hilaridad a nuestras mentes, haznos sentir cosas que sin ti no sentiríamos, convierte en fraternidad toda animadversión, toda tensión de ambiente, convierte en probidad toda hipocresía. Llena de humo de dioses y demonios nuestras aburridas estancias, convierte a los necios en sabios, y a los engreídos en humildes, haz que todo sea como esa flor que se abre con la lluvia y se moja con el agua cristalina que viene del ancho cielo. Conviértenos a su vez en flores, en preciosas flores, En flores que se abren para dar todo su amor al precioso mundo, y que vengan las abejas a millones a zumbar nuestros deliciosos néctares, y haz que disfrutemos del sol y de la lluvia y del viento y del frescor de la mañana y del sol de la tarde. Y si faltas tú, ¡oh, ansiada droga!, que no sea por mucho tiempo, estamos huérfanos sin ti, sí, somos dependientes de ti, mas porque nuestra voluntad se ha unido a la voluntad de Dios, a la voluntad de todas las cosas. Sí, porque nos hemos fundido con el Cosmos. Gracias a ti, alcanzamos el nirvana y todos nuestros deseos y apetencias de la volición se vuelven ridículos, nos confundimos con las cosas de nuestro alrededor, todo es plural y a la vez uno. Ese uno sería Dios. Y Dios quiere que nos droguemos, pues un solo estado de conciencia no basta para aprehender la realidad toda. Así, para que conociéramos su obra, Dios nos dio las herramientas: aquellas hojas de coca que crecen en el Perú, ese cannabis que se cultiva en Marruecos, y que crece, salvaje y esplendoroso, a las orillas del Ganges, esa majestuosa flor de opio que existe en Afganistán, esa cebada, esas parras, esas plantaciones de tabaco, ese parásito del centeno que nos da el LSD, y un larguísimo etcétera. Y cuando uno se droga, no ve a otra cosa que a Dios en esos juegos de palabras, en esa música distorsionada, en el rostro de los semejantes, en las calles, en las casas, en el fuego, en el color del viento, en el regalo de la lluvia, en la presencia de la mujer amada, en los animales, en el contraste con la seriedad de los necios, en las argumentaciones que, en contra de las leyes de la lógica, son válidas, en nuestro propio cuerpo y mente, en la propia droga que nos eleva por mundos de fantasía, de saltimbanquis y de unicornios alados, de claveles que hablan y barcos piratas, de almas gemelas, de desorientación, de caballeros medievales y sus escuderos, de dibujos que cobran vida, de simpatía y sonrisas, de paz y sosiego, de aventuras en galeones, de batallas en la Hélade; y nos hace creer en Dios y nos distingue de la masa, y nos emparanoia y fascina y aterra y enloquece y mata. Por eso yo te canto y por eso mismo te dejo de cantar, Droga: Porque ya es tarde para escribir, porque ya es tiempo para drogarse. Así que pasaré de los dichos a los hechos, Esquivando policías, represión, padres, beatos, abstemios, serios, Llegaré a mis dulces y bienamados paraísos artificiales.
Nuestra cita con el fracaso
Me deslizo y sumerjo en océanos inmensos para obtener algo del tamaño de un átomo. Me duele la vida, me duele el tedio De este sinsentido, de esta broma macabra Contra la cual no podemos luchar. Me duele la gente, vacía y superficial En este vertedero de consumismo y frivolidad. Me duele el aire, viciado y podrido, Un descanso sólo pido. Y yo no sé qué será, pero me está matando poco a poco el sinsabor etéreo que nos atraviesa, fantasmal. Crónica del siglo XX Mares en expansión y rocas eternas ardientes en el comienzo de los tiempos; al principio, dijo el hombre acariciando su porra: ¡Hágase Dios! Y a su imagen y semejanza lo hizo, y todopoderoso y misericordioso lo hizo. Y después llegó la rueda, el fuego, el lenguaje, los números, el arte, la ciencia, la poesía, la técnica, el amor, el trabajo, los jefes, la violencia, el desamparo, la soledad, el dolor, la guerra, los rascacielos, la polución, la desigualdad, la explotación, la miseria, la opulencia, la informática, la deshumanización y reinó el caos en la tierra y el fin de los días casi llegó.
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